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Mostrando las entradas de enero, 2009

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Se que esperas mas de mi. Más de mi reflejo. Más de mis montes. Más de mis cortes. Se que esperas mas de mi. De mis oscuras tardes. De mi sonrisa de otros. De mis noches cuentagotas. Se que esperas mas de mi. De mis años felices. De mis animales sueltos. De mis huidas sin retorno. Se que esperas mas de mi. Más de ti misma. Más de tu rasguños. Más de tus ojos. Se que esperas mas de mi. Más de tu abrazo. Más de tu sentarte a esperar la luna gritando. Mas de tu cama país de nadie. Esperamos más. Estamos quizás vacíos. Estamos, Sólo esperándonos.

Vemedoble B.

- Ya que salís, ¿no me tirás por Migraciones? - ¿Migraciones? Te deportan en 12 segundos, uno menos que el Apolo - ¿Que Apolo? - 13 - Dale, a la salida almorzamos - Pido las llaves del escarabajo y salimos Miro por la ventana. Es mediodía, el sol es un adolescente con ropa nueva. Excitado, radiante, incómodo. Bajo las escaleras. Hago escala en el expendedor de agua. Intento hidratarme. Se traba la llave del expendedor y se produce una mini catarata. Suficiente para desbordar el vaso. Agua que no has de beber, por que intentar tomarla justo antes de salir. - Vamos, ya tengo el auto afuera - Minuto, campeón, que las aguas bajan turbias Destrabo la llave. Hago equilibrio con el vaso. Dibujo el mapa de Chile con agua fresca en mi saco. Puteo. Salimos. Mi cara adquiere típicos rasgos orientales. El sol. Saco los lentes. Me engancho un párpado con la patilla. Ahora tengo rasgos orientales, pero de boxeador. El ojo lagrimea. No creo que por los lentes, sino de impotencia. Me quito

Ni

Hay días en que no soy Como el durazno Ni la fresa Ni el melón Ni el cielo es tan cielo Y la noche no llega Luego luego Del poniente No sé cómo vestirme Ni desvestirte Y volver Es un contratiempo para no ir A encontrarme Con el que hoy No puedo ser

Terminator(s)

- Buenas noches Doctor - dice Luis - es un placer conocerlo, me han hablado tanto de usted. - No crea todo lo que le dicen - retorna el Doctor, aunque se sabe sublime. Luis respira hondamente, hace una pausa, mira al Doctor en actitud de oración. - Doctor, ¿usted piensa que se puede aprender a degustar un vino o es un talento innato? El Doctor carraspea y levanta la copa hasta la altura de su hombro, 40 centímetros por delante de su esternón, con el brazo levemente curvado. Fija su vista en la bebida como si en ella se descubriera la verdad única e inexpugnable del vivir.  El cristal le transmite la ciencia de las vides. Siente invasión de solemnidad. Está poblado de solemnidad.  Antonio se encuentra de espaldas al plebiscito, mientras intenta encarcelar un trozo de parmesano con un pinche mocho como su dedo pulgar. Le atrae la pregunta. Se acerca sigilosamente, sin visa y en puntas de pie. Su cabeza llega primero desde atrás, e inmediatamente acerca el resto del cuerpo al dúo devenido

Almilina

No confíes / En estos ojos nublados / Como guías / De tus ojos claros / Ya que tras los ojos / Aguarda / La tintura del alma //

Voy a tener que buscar a otra

Florisa toma mis ojos, me mira a las manos. Le indico que tomó el camino inverso. Ahora Florisa toma mis manos, me mira a los ojos. Sus ojos transparentan la ausencia total de maldad. Entre otras ausencias. Sus labios tiemblan levemente, y se filtra por ellos un suave vapor. Como el regulador de una olla a presión. Tanto por el vapor como por el olor a guiso. Se que esta puede ser la última vez que la vea. Hay algo en ella que no soporto. No da rodeos, no inventa caminos. Fija con gran esfuerzo su estrábica vista en mis ojos. Al menos en uno de ellos. Vuelve a intentarlo. Otra vez. Ahora sí. Su boca se abre lentamente. Su dentadura no obedece. Queda pegada en el maxilar inferior. Cierra la boca con fuerza. Demasiada. Se lastima. La encía sangra. Suelto una mano y le alcanzo el pegamento. Ella, con su mano libre unta el pegamento en la boca. Vuelve a cerrarla, con menos fuerza. La dentadura se ubica casi en su lugar. Ahora sí abre la boca y la dentadura parece seguir el destino impuest