Una venda en los ojos es como una soga en las piernas. Mientras la tengo puesta camino en dirección opuesta al tiempo. Vuelvo atrás en zigzag, esquivo recuerdos. Retro memoria. Mis recuerdos están terriblemente ordenados. Da pavor pensar que puedo administrar de manera certera tanta información. Ahí estoy de niño, de adulto y de mala y buena gana, con queridas y ocultadas, con presentables y expulsables. En esa medusa de la memoria este sector inflamado de dolor corresponde al accidente. Aún duele, aún sangra. No hay posibilidad de recordar lo emocional. De traerlo como fresco. Al menos no para mí. Es inamovible en el tiempo. Nunca pude repetir en mi corazón, en la piel, en el espesor de la saliva, esa pasión de los primeros años. Nada se apagó, pero las mutaciones son en cierta forma amputaciones. No tengo recuerdo presente del dolor que sentí y porté por meses, pero si algo roza mis ojos puedo encender la reacción en cadena que me lleva al dolor nuevamente. Dolor de hoy, recién sac