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Mostrando las entradas de abril, 2014

Pocas monedas

llegan las olas y rompen los edificios que tan esbeltos se muestran atienden a las abuelas de vestido largo que besan las olas que llegan a ser quienes nunca serán blancas y diamante reinas de pueblos distantes muerden las ostras sin perlas vomitando historias de certezas afectas al perfume del ayer de la razón entre fuegos cielos enanos tantas poesías de pocas monedas con I want you y mercy mercy en las monedas del cambio que te dejas en los bolsillos antes de que el cambio regrese en tí como fotos viejas caminos de altos árboles moribundos ciencia cierta de los que no pueden ya encontrar un corazón tan vivo como su real corazón

Old sweet soul

Vieja canción del alma old sweet soul no es tan amargo el sonido de un par de nubes oxidadas que silban old sweet songs   trayendo labios de madera a la mesa para pisar las flores de un recuerdo llenar los espacios de dudas cerrar la costura con faroles de asistencia urgente /   la mayoría de las old sweet songs tienen animales que las poseen las cobijan y sólo las sueltan cuando te ven absolutamente solo / entonces esa canción y muchos toros te atropellan hasta sangrar / 

La urgencia

Cuando me gana la urgencia de saberlo todo / No hay como un buen "yo que sé, idiota" / para ubicar las moscas en sus ventanas y los diablos en sus guaridas / y en pata cruda cerrar el pico para abrir la piel / que es el puto profiláctico del alma //

El complejo de las musas

Niegan más de tres veces / patalean intentan despegarse / pero, tras las fotos se adhieren sigilosa, escondidamente / aún con elefantes en la espalda y nueve perros en la cama no quieren, no dejan revuelven las viejas costumbres crean mundos enanos donde caben las enanas que las visten cada mañana minutos antes de explotar con el sol en los lunares  y la luna en los solares/   "Nunca hables con un escritor" predican y posiblemente, nunca lo hicieron con uno / o temen escucharlos / y muy a menudo los matan antes de esperar los títulos del final //

Dos por tres

En el oblicuo cortante caer de las necesidades del cuerpo sobre el magma de la razón / allí, en la caprichosa misma intersección / espera sentado un enano guardián a menudo derrotado dubitativo acomplejado que dos por tres se equivoca / y sólo a veces se enamora / es decir / mejor siempre / por supuesto se equivoca //

Ysí

Y si te vas Sin destino Ni vuelta/ Y si desapareces Sin más aviso Que tu ropa En el piso/ Y si te esfumas Sin siquiera rastro No cartas, no flores Ni libros en el pasto/ Y si te vuelves humo Como viejo cigarro Y me guardo tus pinturas Pero a nada más me amarro/ Y si dejas de ser tú Tan orgullosa y temerosa De serlo Que aún apareciendo Te muestras huyendo/ Entonces Yo Ya no seré Yo.

Greta y el viejo televisor

En la pensión ya nadie rondaba los pasillos. Los manteles de las mesas del comedor, abandonadas no hace tanto, aún disimulaban restos menores de algunas cenas. Una ducha abierta con fuerza de combate se oía como un centinela del deber, preparando algún cuerpo para el olvido temporal del sueño. En la antesala, el televisor retumbaba en la cavidad ósea del cráneo. Golpeaba. Un viejo televisor, de pantalla casi ovalada. Color saturado, sonido deforme, metálico. Arturo, sobre el borde de la ventana, rezaba. Mejor, conversaba con alguien a quien le pedía innumerables cosas. Diferentes, grandes, pequeñas, algunas también saturadas. Deformes. Metálicas. El televisor no cesaba su carnaval. Era una carrera sin frenos hacia la misma locura. El aturdimiento final. En su habitación, Greta escribía en su notebook. En esa habitación madera y penumbrosa, no podía contenerse de escribir. Aún con un par de teclas en rebelión que intentaban impedirlo. Ella escupía en palabras el cuerpo longilíneo de un