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Mostrando las entradas de febrero, 2010

Un autobús lleno de extraños

Algunas cosas son como tú, Agua, durazno, carne y miel. Otras no son como tu, Piedra, noche, sal y adiós. Ciertas mañanas son sin ti, como un autobús lleno de extraños, con perfume a nadie cercano, huellas de quien no vino, gritos a cuentas de abrazos adeudados. Espacios te esperan donde no puedes quedarte, bocas te ansían donde no pueden recibirte, piernas se estrechan donde no pueden caminarte, presagios se despedazan donde no pueden presentirte, mañanas oscurecen en la víspera del no saberte. Ciertas noches son sin ti, un puñado de bienvenidas, me revienta el estómago, y no puedo escuchar, si es que piensas, en un aún, o en un no vuelvas.

Lavanda y menta y combustible

Y todos van paso tras paso. No saben claramente el hacia, el cómo. Imaginan tras el vidrio el perfume de este  mediodía. Mediodía que revienta en aromas a lavanda y  menta y combustible. Granos de café se desperezan tras el  vidrio. Escarabajos de madera curvas con humo de viejos incendios. Crema para manos, crema para el cielo, crema para partir sin dolor. Nada cambia si todo cambia. Nada vale si tus ojos no me alcanzan. Desviajes antojadizos me abrazan de a ratos, y no puedo quitármelos de encima, sin el grillo nochero de tu llamado, durmiendo en mi estación.

Gran día

Gran día para ver crecer las palmas, llorar formaciones sólidas a la vera del camino encontrado, resembrar las mortecinas violetas, cantar a voz plena este nudo de piel que me fía boleto al orgasmo, bucearte en las fronteras y entumecerme de fiaca en los intersticios de tu rolliza comprensión, cambiar la corbata por la gala de tu pupila enardecida, orar por que cada semana sea menos santa, invitar a vivir a aquellos que han resecado sus encías de tanto explicar, que una mujer te protege sea cual fuere el tamaño de la desesperanza, y la circunferencia anular del corazón.

El Maldito Pronóstico

Transcurro entre rayos de extrema ausencia escupidos por la lengua seca de nadie en ella porosa de vacío polvorienta de no recibirte / Siento que la tormenta de nuestro amor aquel diluvio frenético apasionado duerme la siesta preanunciada por el maldito pronóstico del paso del tiempo /

De pan y arroz y caminemos

Es que las tardes son tan de todos / Y aquellas mañanas eran tan de circo / de pan y arroz y caminemos / Aquellos escuetos espacios austeros / de tan poco mullido y tanto de cielo / Estos caminos de hoy no me acuerdo y de mañana te tengo / sin invitarte sólo trayendo una hoja que tiene / la forma de tus ojos claros y sinceros de buena gente / de buen deseo de mar abierto / de poco a poco verte de nuevo.