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Mostrando las entradas de diciembre, 2013

Fantasmas

Entonces aparecerán hordas de hombres que danzarán reventando los secretos con el viento del adiós enervado entre las patas patas con dientes para que la tierra los tuviese por eternidades agarrados como topos con piernas aunque, repentinamente con la pausa del sudor en los ojos llegarán sus fantasmas con tantas tetas y sueños que será todo una gran escena roja y naranja tan vivos que perfumarán el aire con lo ácido y lo dulce lo vitral y la hierbabuena mientras invitarán a los fantasmas al combate a ellos y sus tetas corporizando anhelos entregas tempranas destinos serrucho y no poco, mucho calor de un abrazo que se esconde, o huye o trae purulentos espacios donde la paz y la comprensión dejarán de anunciar a los gritos la ausencia del baile.

El cajón, el hamster y el demonio

La habitación comenzaba en las aristas donde la madera del piso mordía el zócalo de cemento. Se incrustaba en el universo esa habitación, sin ningún anticipo. La casa tenía la edad de un adulto joven, aunque carente de siliconas o barba rala. Cuando Tomás decidió irse a vivir a la casa, tuvo que hacer una terrible limpieza de cacharros. Eran como satélites orbitando en las habitaciones, los baños y pasillos. Aunque lo que más le extrañó era el tema de los cajones. Los cajones se negaban a dar la cara. Les habían quitado las manijas a todos. Le llevó meses recuperarlos. Cuando llegó al año de vivir en la casa, pudo decir que los cajones habían recuperado vida: con sus respectivas manijas, sus barnices satinados, sus bordes corriendo como con aceite. Excepto uno.  -    No hay caso che, no abre.  -    ¿Estaba así cuando llegaste a la casa?  -    Si, hace siete años que esta así. Hermético. No hay forma de abrirlo.  -    Que drama. La verdad que es un drama.  -    Imaginate. El ruido que

Desde el talón (The Waiting)

Te espero desde el talón hasta marzo desde el ombligo hasta el rupestre canto (u orilla) de tus manos blandas llenas de memorias sin caminar Te espero por que el entretiempo es tenerte entre algodones y libros viejos en los rincones en los espejos Te espero que no es poco ni cielo ni brujas ni monos locos Esperarte es eso tras el río refresca y diciembre tiende el sol rojo muy rojo

Ohlvido

Pensé que lo mejor sería olvidar. Olvidar los vientos de tus ojos. Olvidar los insectos de tus sueños. Olvidar a los que caminan en tus manos. Olvidar el instante eterno que dura tu espalda. Olvidar los labios rojos de tu memoria. Olvidar el ombligo de los techos. Olvidar que olvido y olvido. Olvidar que no quiero olvidar. Y que tus pies me transitan los viernes. Mientras que tus manos, los lunes, temprano. Ambos cantan el eterno descender de tu espalda. La razón indudable de tu ombligo. Tus pechos vacíos de olvido. Verás, mujer, cada vez que quiero olvidar entre tanto olvido que te olvido termino entre tus pechos y tu ombligo.

Nocturno

Nocturno Apresurado nocturno De cálido amanecer A tientas y me sangran las manos A ciegas y me dejo creer Que el diablo se quema la cola Que el líquido Del presente Tiene pechos Por doler Que eres la de los pechos Que duelen Y el tiempo Se acuesta A morder Los labios De un limpio deseo Sin hora ni tiempo Mujer