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Mostrando las entradas de junio, 2012

El que se come a los cobardes

Y esa tarde, creeme amigo, sin saberlo juntábamos litros, toneladas, de combustible incendiario, llenábamos cunetas con una tibia -apenas- esperanza de payasos fronterizos de tímidos pajueranos siesteros confesos rebeldes de jarilla y pérgolas de abuelas novias eternas de su Italia de su Italiano y de los barcos. Aquella tarde fue una chispa una patada un manotón de ahogo gritando instrucciones para poner la basura en la puerta muerta la puerta de muerte natural -en el oeste todas las muertes son naturales- y besar las ansias darle cable al amor al dolor al perfume a otoño y epílogo de vendimia. Es que los abrazos son pocos y los pocos son menos y los menos son estos los nuestros los de la esquina los de los cuentos del parque esos de ojos de guitarras con nylon y faros en las manos. Los sueños -un día- vinieron a clavar bandera y nos dieron en la ingle en el pecho donde el techo armaron y al oído con la lengua afuera nos soplaron: "Apuren. Parece que no, pero ahí anda el choc

Espejos, reflejos y padres

From Evernote: Espejos, reflejos y padres Ejemplos y espejos. Unos inspiran y los otros reflejan. Unos mueven a imaginar y otros a cuestionar. Unos hablan desde un ideal y los otros desde la realidad. Ejemplos y espejos. Nuestros padres cuando somos niños y ellos mismos cuando somos adultos. Quizás por esto somos más comprensivos, calmos y complacientes con ellos cuando crecemos, ya que ahí nos vemos, nos guste mucho o nos guste nada. Espejos y ejemplos. El vecino y el póster. Uno mismo y el deseo. Nosotros y nuestro padre. Por el contrario, como padre sólo te queda una opción: tus hijos serán siempre tu reflejo. Serás  el espejo de su madurez. Creo, esperanzado, de que existe una entidad, superior, superadora, conformada por el ente y su reflejo: hijo y padre como un ser único, que se construye mutuamente.  Padre e hijo, como una única semilla.  Padre e hijo, pequeño colectivo vital.

Luna

From Evernote: Luna Luna entre las vértebras de los días/ Luna del viernes bajo las dunas, dormida/  Luna en los puños de mañana redonda aceituna/ Luna palabras con dientes párpados con uñas/ Luna caricias en el lomo sol con harina/ Luna ninguna sabe mejor a presagio a ventura/ Luna valiente-Luna menuda de espaldas al sol corres desnuda.

Las ruedas y las flores

From Evernote: Las ruedas y las flores Los cordones y las ruedas el ojal en la pelea el tibio sauce que gotea ilusiones entre cuentos/ las manos del adiós despedazando los encuentros y las flores (*) al costado sin los ojos de silbar/ ya no quiero esa mentira descremada y pan tostado ya no quiero el dibujo dorado, dorado de "me quedo" que no es cierto/ no te quedas ni me marcho ni me salen  las canciones las palabras se disfrazan de guerrillas impotentes a nadie hieren a nadie mienten ya no tienen la razón. (*) En la esquina nacen flores las paredes y los soles se entreveran con las manos que se hunden dedos largos en las piernas del dolor.

Grito

Grito a los gritos con las venas enredadas Grito y descubro el polvo en las manos gastadas Grito sin periscopios ni mirillas grito sin comillas Grito y me deshago entre vocales tónicas grito como una bomba atómica Grito de impotencia por abandono grito enrojecido grito con encono Grito y estoy solo como ave santa como encantamiento como madre sola grito y reviento Grito y no me explico cómo grito y me mantuve sobrio adulto de corbata de las manos a las patas grito y no me achico no me escondo grito fuerte y respondo grite bien o grite mal grito hasta llegar al final.  

Un vampiro diminuto

From Evernote: Un vampiro diminuto Un vampiro pequeño, gris casi de bolsillo, le rezaba a la dama al oído, vehemente,  un secreto muy urgente: "un día, voy a tener tamaño para morderte". Displicente, la acompañada,  mirándolo de coté sentenció un muy seco: "Buscate de tu tamaño,  tu perfume o tu morada". Lo sacudió de una caricia y se alejó  la dama grande, taco y punta, sin vaivenes, ni vapores, ni dar la vuelta, emocionada. El diminuto hematófago recostado en una rama, la mantuvo entre sus ojos hasta que la distancia y los pasos, de la dama, hicieron magia. "Ahora eres de mi tamaño", dijo mientras afilaba el diente y mordía  su propio brazo, mirando fijo y a lo lejos su deseado expediente. No es fácil morder gigantes ni contener el ansia si no guardas con paciencia la prudente distancia.